martes, 15 de febrero de 2011



Te vas a la ciudad definitivo, sin mi. Perdonarás que no te vaya a despedir. La noche corta como un cristal roto, y tú estarás tan triste como hermoso. Tu luz quemó mis naves cargadas de incertidumbres, y el corazón que sobre tu mesa yo puse, para cenar la noche en que nos dispusimos a saltar de la mano al precipio. Y yo porcuraré sonreir más a menudo, y acostarme a una hora prudente. Tú me enseñaste, que afuera siempre me está esperando una nueva mañana, como aquella nuestra radiante y soleada. Te vas a la ciudad definitivo, y en Madrid quedamos huérfanos y enfermos. Te vas a reir, pero pregunto cada noche a los fantamas que habitan mis bares, cúando vuelves a casa. Los días caen lentos como el polen de un árbol, cubriendo todo mi jardín de desencanto. Un sucedáneo de la vida será al fin el tiempo que he de recorrer sin ti. Y yo procuraré no suspirar tan amenudo, y acostarme a una hora prudente. Yo sé que a afuera, inevitablemente, me está esperando una nueva mañana. Lo prometiste, radiante y soleada. Y tú procurarás cumplir con lo que has prometido, ser fuerte y deborar la manzana. Has de pensar cada nueva mañana que una mujer a menudo piensa en ti, y sonríe aunque quizá no sean sus días más felices.Y yo procuraré mantener la luz encendida por si se te ocurre volver de repente. Alumbrara este recuerdo incandescente el camino de vuelta, aquel que trazaron antes viejos fugitivos y nuevos amantes. Y yo porcuraré sonreir más a menudo, y acostarme a una hora prudente. Tu me enseñaste, que afuera siempre me está esperando una nueva mañana, como aquella nuestra radiante y soleada. Te vas a la ciudad definitivo, sin mi.

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