lunes, 2 de agosto de 2010


 La que no esperaba nada de los hombres, coleccionaba amores desgraciados, soldaditos de plomo mutilados. Pero quiso una noche comprobar para qué sirve un corazón, y prendió un cigarrillo, y otro más, como toda esperanza, se esfumó. Por eso cuando el tiempo hace resumen, y los sueños parecen pesadillas, regresa aquél perfume de fotos amarillas.

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soy una persona frontal, demostrativa, que como todo el mundo acierta y también se equivoca.